sábado, marzo 22, 2008

Semana Santa...

Pasé a ver a la Marce y leí sobre su ritual de Viernes Santo. ¡Me encantó!... Recordé que hace aproximádamente 12 años que no me confieso. También recordé que la primera vez me sentí pésimo porque el cura consideró que mis pecados eran muy pocos y algo fomes. ¡Con suerte tenía 10 años! Luego fue para mi Confirmación, traté de buscar en lo más oscuro de mi conciencia para que no se repitiera la primera experiencia pero el Señor Sacerdote estaba más preocupado de retarme porque yo no podía quitar mis ojos del gato que nos hacía gracias que de absolver mis pecados de pre-adolecencia.

El tema de la religión es algo bastante complejo de abordar. Por mi parte, no me detendré en si ser católico es bueno o malo, si tiene sentido o más bien tiene hipocresía. Al final, los hipócritas somos los hombres más que las religiones y el sentido está en qué hacemos nosotras con ellas, más que lo que cada religión hace con nosotros.

El punto es que fui criada cristiana, católica, apostólica, romana y mariana; por familia, por colegio, por mi entorno afectivo-social ¿Pero qué me queda de eso? La verdad no lo sé.

Como buena católica chilena promedio, no voy a misa, salvo comuniones, matrimonios o demases celebraciones varias, pero pido y también doy gracias a Dios con ferviente devoción cuando el mundo se torna gris, o bien, cuando por alguna razón siento estallar de felicidad.

Mmm, me quedé pensando y ahora no estoy tan de acuerdo con lo que acabo de decir, de un tiempo a esta parte es más lo que discuto y divago con Dios que lo que rezo con ferviente devoción, lo bueno es que el diálogo se siente más cercano y sincero.

El punto es que queriendo dejar atrás mi catolicismo mediocre, y muy lejos de retomar el 'buen camino cristiano', ayer decidí hacer exactamente lo contrario. Nada de rituales que mi fé no pudiera sostener. Partí al Cajón del Maipo con algunos amigos, nos instalamos a orillas del río y... a prender carbón. Comimos un par de empanadas de pino (sí, con carne incluída) y ¡zas! los mariscos al disco, con unas buenas presas de pollo.

¡No las pude comer! Yo no sé si es producto de los rituales y tradición católica con que crecí o si realmente queda algo de sentido cristiano en algún lugar pero aunque realmente lo intenté no logré comer mi deliciosa presa de pollo, es más, todo mi día fue como en estado de trance-letargo. Sin proponármelo...incluso con el claro propósito de sólo salir a distraerme y descansar, no pude evitar replantear cosas importantes en mi vida. No pude evitar sentir que era un buen día para dejar situaciones e intenciones atrás; un buen día para proponerme ser mejor persona porque sentía la necesidad de dejar aquello que hace o me hace daño, de renovarme. Esta vez no tomé decisiones de aquello que haré, esta vez sólo decidí enterrar visiones, anhelos y actitudes que terminan haciendo más daño que dando frutos.

Asi que aquí estoy, tras un Viernes Santo bien meditado (a pesar mío), enterrando lo que no sirve ni llega a buen puerto (eso incluye algunas tentaciones y terquedades) y esperando ver si al tercer día yo también resucito, aunque la verdad, creo que para simples mortales como yo, tres días es demasiado poco para una resurreción.

Fui criada cristiana, católica, apostólica, romana y mariana... ¿Qué me queda de eso?

Ante todo, la fé.

lunes, marzo 10, 2008

¿Y qué importa?

Resulta tan simple y tan complejo a la vez.

La vida se me enreda, me satura, me vacía, me llena y se me escapa.

Simplemente, se me pasa tan rápido que ni siquera alcanzo a escribir un nuevo título en este blog.

Cuando llego aquí guiada por la alegría y la euforía, ya es demasiado tarde porque la confusión y la nostalgia se han apoderado de mis días.

Cuando busco refugiarme en mi nostalgia, ella ya se ha ido y por más que la busco, no la logro encontrar.

Y así pasan los días, así pasa la vida. Pasa, me sobrepasa y se me pasa.
Así pasa y me desespero porque aún no la logro agarrar.

Miro donde estoy... miro lo que siento, lo que quiero, lo que falta , lo que sirve y lo que sobra.

Estoy completa...me siento completa y por fin camino sin cojear.

Aparece alguien, o desaparecen dos. No lo sé... pero pienso...
Me pregunto qué necesito yo.

Recuerdo las letras que la Barby algún día me enseñó.

"Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida"

Y pienso en él.
Y pienso en las proyecciones.
Y pienso en la estabilidad.
Pienso en el trabajo y su disponibilidad.
Pienso en las reuniones sociales y las fiestas familares.

Pienso en mi vida y en cómo tendrá cabida en ella...
Y me confundo... y no entiendo...
Y ni siquiera sé si es realmente lo que quiero...
O simplemente lo que 'debo'.

Y entonces digo: ¡¿Qué importa?!
¡¿Qué importa el estereotipo social?!

Qué importa, si me toma por la cintura y entonces ya no puedo respirar.
Qué importa, si me abraza con sutileza y junto a él descanso cálida, bajo la brisa del mar.
Qué importa, si me oye mientras hablo y espera su turno para opinar.
Qué importa, si me calla con un beso.
Qué importa, si es capaz de mirarme en silencio.

Qué importa si es ingeniero, médico, barrendero o si trabaja en un bar.
Qué importa si es ateo, católico, agnóstico o musulmán.
Qué importa si tiene cinco años menos... o veinte más.
¡Qué importa! Si en un segundo me hace reír, llorar, rabiar y amar.

Qué importa, si yo sólo necesito a alguien que no me haga trastabillar.