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lunes, enero 27, 2020

Sueños reveladores

Hace un par de noches tuve un sueño apocalíptico. Entre otras escenas apocalípticas, el mundo se destruía (o lo destruíamos para ser más exactos) y animales de todo tipo huían, hacía nosotros. Venían con rabia y con dolor porque nuestra irresponsabilidad masacraba a sus familias.

Con alguien que no logro identificar, encontrábamos dos osos bebés cuya madre moría en la huida. Los abrazamos y quisimos ayudarlos pero ellos sentían una mezcla de agradecimiento porque de pronto eran invadidos por la soledad, junto a una naciente rabia y dolor. Entonces entendímos que no podíamos ayudar porque éramos parte de los asesinos. Debíamos respetar el odio del cual éramos responsables por ser cómplices de la destrucción, por no detenerla a tiempo, por mirar hacia un lado o criticar sin actuar. Nos despedimos de los osos sabiendo que el futuro revelaría el enfrentamiento entre los hombres y el resto de las especies que habitan la tierra (al estilo el planeta de los simios).

Lo loco, fue que la reflexión en el proceso de despertar, en ese limbo entre sueño y realidad, fue que el feminismo salvará al mundo, no sólo será la revolución sino que puede salvar al mundo.

... y no, no soy feminista, ni siquiera entendí porque al despertar tenía esa idea clara en la cabeza pero desde esa noche he estado pensando y analizando ¿Por qué el feminismo podría salvar el mundo? y con el paso de los días, no encuentro tan loca la idea.

No, no soy feminista, al menos todavía.
No, no soy feminista pero me encanta la existencia de feminismo 💚
No, no soy feminista pero en un mundo donde el patriarcado, el capitalismo, la explotación excesiva de los recursos y la masacre de otras especies por diversión y avaricia, nos ha llevado a la crisis climática, política y social que vivimos hoy, quizás sea cuerdo oír y debatir, de verdad, una posición diferente.

miércoles, noviembre 07, 2007

La maravillosa existencia de la vida

Los días están agitados y en absoluta inconciencia, me obstino en ocupar con alguna actividad cada segundo que logro tener libre. Estoy agotada, por lo que este viaje matutino a Valparaíso me viene bastante bien.

Estoy en el Puerto, hace unos minutos terminé satisfactoriamente la reunión que me obligó a viajar, y mientras espero la salida del próximo bus, recorro como tantas otras veces el Muelle Barón. Hago un alto en este día y con ello, hago un alto en mi existencia.

Hay un sol precioso y una brisa fresca que a ratos me mantiene despierta. Tengo la vista clavada en el suave y tímido oleaje del mar. El sol brilla con esa sutileza que se refleja tímidamente sobre las aguas. Ya casi logro ver las cientos de estrellas que desde el fondo iluminan la superficie cuando de pronto un repentino movimiento me regresa a la realidad.

¡¿Cuál es el nombre de esos pingüinos pequeños que están el el Puerto?!... ¡¡Nunca lo recuerdo!!...

Lo observo un momento mientras su pequeña silueta se aleja hacia la profundidad del mar. Recuerdo lo ñurda que soy para el agua a pesar de lo mucho que me gusta.

En eso estoy cuando pienso en el pingüino, ¡¡Que envidia su destreza!!


En eso estoy cuando recupero la conciencia y con la mayor de las vergüenzas e indignación puedo ver claramente cómo menospreciamos la maravillosa existencia de la vida.

En dos segundos me indigno al comprender nuestra pésima calidad humana. Me indigno y me aterra ver como en actitud dioses dictadores decidimos sin contemplación sobre la vida y la muerte de otros. Cómo muchos de nosotros utiliza sin reparo alguno la tortura y muerte cruel de todo ser que consideramos "inferior", sólo para obtener su propio beneficio o peor aún, una cruel diversión.

Se me nubla la cabeza, se me nubla el pensamiento, se me encoge el corazón.


¿Es posible que sea tal nuestra soberbia y descaro que hasta invalidamos completamente, y casi sin dar lugar a discusión, su capacidad de pensar y sentir?



Necesitamos tanto justificar nuestro insólito actuar que desconocemos por completo el valor de su vida.


Me parece increíble que invalidemos su existencia sólo por no tener la capacidad de entender su lenguaje cuando es tan fácil comprenderlos con sólo una simple y profunda mirada.


(Las fotos...de google)